Todos los indicadores parecen que se empiezan a ponerse de acuerdo. El fin de esta crisis está cerca. Los brotes verdes asoman por muchos sectores. Incluso Leopoldo Abadía parece que ve la luz al final del túnel. Y yo me pregunto, ¿ha servido esto para algo? ¿Vamos a ver cambios de actitud en los culpables de todo esto?
Sin lugar a dudas esta ha sido la crisis de la codicia. Una crisis provocada por la ambición de unos pocos para amasar fortunas que no tienen límites. Esas personas que ayer especulaban con la construcción de viviendas y hoy se encargan de encarecer el precio del petróleo simplemente con un llamada con su teléfono móvil. Esas personas que juegan con el dinero de otros y con las ilusiones de la inmensa mayoría. Esas personas que disfrutan con la competencia desmedida que esclaviza a las personas.
Mi conclusión es clara: esta crisis se cierra en falso. La codicia sigue campando a sus anchas. La corrupción sigue apareciendo cada día sin que nadie haga nada para su destierro. Incluso algunos, como la banca nos engañan, nos utilizan, y encima de una forma legal. Ayer estaban a punto de quebrar, los gobiernos los han rescatado, les han inyectado dinero que no ha circulado por ningún sitio y ahora que vuelven los beneficios no habrá ningún tipo de retorno.
El cierre de esta crisis en falso va a provocar consecuencias que todos vamos a padecer y lo que pueda llegar más adelante puede ser más devastador que la ya conocida.
Tenemos una gran oportunidad para dar una vuelta a todo esto y tenemos que aprovecharla. Esta recuperación nos da la oportunidad para conseguir cambiar modelos y fórmulas que han demostrado su fragilidad y dependencia.
¿Qué tal empezar por creer más en las personas?
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