Esta semana tuve la clásica anécdota, que afortunadamente, me ocurre de vez en cuando. Dos personas que hace un montón de años que desaparecieron de tu vida, aparecen y se ponen en contacto contigo. Gracias, por supuesto, a Internet, gracias a tener personalidad en la red puedo estar seguro que si alguien no quiere perderme la pista lo tendrá fácil para localizarme. Muchos dirán que vaya invento este que no puedas ni esconderte si te apetece. A mí, no me gusta esconderme, nunca creo que he tenido que hacerlo, muchas veces he metido la pata pero siempre he dado la cara a todo y a tod@s. Es más, soy de los que pienso que no tengo nada que ocultar y me encantaría que por decreto todas las personas no tuvieran nada que ocultar. Seguro que esto generaría la desaparición del blanqueo de dinero, la prevaricación, la mentira, el engaño, las chapuzas, e incluso seguro que mejoraría la calidad de las cosas y la vida.
Esta claro que desear esto es como vivir en los mundos de yuppi pero es lo que pienso, no soy exhibicionista y no me gusta el gran hermano en mi vida pero no me importaría que todos los datos que están en los ordenadores de la administración fueran públicos, desde los datos económicos hasta los datos médicos. La mejor forma de que exista de verdad la interoperabilidad, me aburre tanta LOPD y tanta mierda que sólo consigue que unos ordenadores no hablen con otros y que todo en la vida sea oculto, inaccesible y complejo: que las gestiones sean un coñazo a base de fotocopias, que si estas de vacaciones y caes enfermo nadie sepa de lo que eres alérgico, que alguien pueda especular con la vivienda comprando y vendiendo sin escriturar sin que nadie se entere, etc., etc., etc., etc.
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